«A Haaland se le cayó el Bernabéu encima». Jugadores, técnicos y cúpula del Real Madrid coinciden en señalar que el noruego suspendió el examen del Bernabéu y que no supo lidiar con la presión de jugar en el estadio más imponente del mundo, algo a lo que sí se sobrepuso Mbappé, que el año pasado fue el mejor de un PSG a la deriva y que llegó a marcar tres goles en el estadio madridista, aunque sólo uno valió.
Haaland llegaba al Bernabéu con el cartel de ser el mejor delantero centro del mundo y avalado por su récord goleador en la Premier, 35 goles en 32 partidos, y sus estratosféricos números de esta temporada: 51 tantos en 47 encuentros. Un extraterrestre amenazaba con abducir al madridismo y conquistar el estadio del catorce veces campeón de Europa. Fracasó.
El sensacional marcaje individual de Rüdiger, ayudado por Alaba o Kroos en labores de jaula, dejó seco a un Haaland que fue el futbolista que menos balones tocó de todos los que participaron en el Real Madrid-Manchester City. Ni rastro de ese jugador imponente que transforma en gol todo o que cae en sus pies o en su cabeza. Muchas miradas de la cúpula del Bernabéu apuntaban al gigante noruego, un sueño imposible para 2024. Pero defraudó.
Haaland defraudó
Defraudó Haaland en el campo y defraudó su padre, con una actitud macarra y maleducada en la grada. Son gestos que se olvidan, pero que no ayudan en nada si lo que se pretende es mantener las líneas de contacto abiertas entre el entorno del noruego (jugador, padre y agente, Rafaela Pimienta) y el Real Madrid. «A Haaland le ha devorado el Bernabéu, a Mbappé no», repiten los dirigentes blancos cuando recuerdan lo que ocurrió el martes.
En el Real Madrid tienen claro que la prioridad de este verano es amarrar a Bellingham pero también saben que necesitarán un delantero de nivel mundial para 2024. Y ahí la lista se reduce a dos: Haaland o Mbappé. Muchos asesores de Florentino Pérez no olvidan la traición del francés el verano pasado, pero en el Real Madrid tienen muy claro que si Mbappé volviera a ponerse a tiro habría que reconducir las cosas. Haaland es un caso distinto. Para empezar porque su salida del Manchester City vale 200 millones y después porque todo el entorno que le rodea gusta poco o nada en la cúpula de la casa blanca.